¿Psicofármacos o terapias?

¿Psicofármacos o terapias?

Resulta de lo más generalizado acudir al médico cuando sentimos que algo no funciona bien en nuestro organismo y experimentamos síntomas como: fatiga, cansancio, desgana, tristeza, excesiva tensión, estrés, problemas de concentración, etc. Éste tras su valoración y diagnóstico, si la urgencia no es inminente, o te receta él mismo psicofármacos o te deriva al psiquiatra, al cual no le temblará la mano para sentenciar su tratamiento con algún que otro milagroso estabilizador del ánimo vía oral.
Tengo la sensación que en ocasiones se recurre al método fácil y rápido, a tomar una pastilla y ¡chas!... problema resuelto… Pero la realidad es que esto no funciona así, al menos de manera consistente en el tiempo. Cuando los efectos de los medicamentos terminan, los problemas continúan ahí. ¿Qué hago ahora? ¿Los vas a estar tomando toda la vida? Entonces, ¿qué debo hacer? ¿cuándo son verdaderamente eficaces los fármacos y cuándo es más recomendable la terapia? ¿Dónde está el contrapeso de lo uno o de lo otro?
No todas las enfermedades mentales tienen la misma etiología, de ahí que se necesiten, en consecuencia, distintos métodos de intervención. Y es que las afecciones emocionales en las personas residen en estructuras neurológicas diferentes, por lo que el efecto de un antidepresivo puede ser eficaz si incide sobre una parte del cerebro donde se gestiona ese desajuste; sin embargo, puede no provocar el mismo efecto si la afección responde a una estructura neuronal donde no llega su principio activo y donde la vinculación social del individuo ejerza un mayor protagonismo sobre su salud mental.
Las medicinas pueden mitigar los problemas para muchos trastornos o enfermedades como la depresión o la ansiedad, pero es mediante la terapia psicológica de calidad como se podrán conseguir herramientas para controlar muchas de las emociones negativas afectas al propio desequilibrio neuronal. Hay ocasiones en las que son necesarias para aliviar el sufrimiento inmediato del paciente y nos hace bien tomarlas, pues a corto plazo pueden ser un buen recurso para paliar un episodio de contención emocional severo, pero será necesario hacer una evaluación global del paciente atendiendo a su funcionalidad biológica, psicológica y social para aplicar la intervención más acertada basada en la evidencia científica, integrando o no, según los casos, la farmacología como instrumento de tratamiento o combinándolo con psicoterapia. (Daniel Arenas. Psicólogo Sanitario).