Nos suele parecer la palabra “dieta” como algo que
conlleva implícito connotaciones no deseables. Parece que hacer “dieta” es un
intento por conseguir una figura esbelta a costa de perder unos kilos comiendo
poco, pesándolo minuciosamente todo y sacrificando desmesuradamente nuestra
ansia por comer. Creo sinceramente que éste planteamiento es un error. Por eso
prefiero recurrir a la expresión “hábito equilibrado de alimentación” (HEA).
Adquirir un HEA consiste en diversificar suficientemente
los alimentos en las cantidades adecuadas, en función de las características de
cada persona (edad y situación fisiológica -infancia, estirón puberal, embarazo
y lactancia-, sexo, composición corporal y complexión...) y de su estilo de
vida (activo, sedentario...), y que garantice que se cubren los requerimientos
de energía y nutrientes que nuestro organismo necesita para mantener un buen
estado nutritivo, de salud y bienestar.
En este sentido un HEA se puede conseguir sin
necesidad de pasar hambre y comiendo de todo lo necesario; simplemente
concienciándonos de que comer saludablemente es una tarea diaria, física y
moralmente obligatoria para todos.