Si queremos que nuestro hijo coma, no deberemos....

Los padres nos preocupamos constantemente cuando nuestros hijos se niegan a tomar bocado. Intentamos que coman a toda costa recurriendo a estrategias, en ocasiones, poco aconsejables, como por ejemplo permitiéndoles elegir entre un amplio menú de alimentos o dejándoles que coman solo lo que les gusta. Otra manera muy común en muchos hogares para conseguir que el menor coma es emplear el chantaje, prometiéndole al niño/a que si come luego podrá hacer algo que le guste como comprar chuches o levantarle un castigo. Tampoco es recomendable acudir a la amenaza del tipo "si no comes no te quiero", ya que no se trata de generar culpabilidad en el infante, y por supuesto es peor aún la fuerza física, lo que probablemente le provocará el vómito. 

No hay que mentir al niño/a, persuadiéndolo de que si come será un niño/a bueno y el ratoncito tal o los Reyes Magos le traerán más juguetes, esto provocará en el menor una idea confusa entre lo que significa la necesidad biológica de alimentarse correctamente y la de obtener gratificaciones de otro tipo. No se debe tampoco recurrir a intentar distraer al niño con el móvil, la televisión o contándoles un cuento, este tipo de estrategia condicionará al niño a un hábito poco saludable y a la dependencia de la tecnología o tener siempre cuentos a mano y disponibilidad para leerselos. En definitiva, recurrir a ofrecer al menor comidas a la carta, al chantaje manipulador, a las amenazas y ejercer la fuerza física, la persuasión y la distracción no son estrategias que reporten resultados a la hora de que nuestro hijo coma. Es preferible intentar enfrentarnos con paciencia, tranquilidad e inteligencia al problema, buscando alternativas de psicoeducación alimentaria para que el menor aprenda y se acostumbre a las diferentes texturas y sabores de los alimentos.